lunes, 30 de agosto de 2010

De tu ventana a la mía

Unos ojos oscuros llamaban a los míos. Esa persona me resulta familiar.
Un gran silencio se produjo, intento recordar donde había visto esos ojos antes.
-hola vecina- su sonrisa me despertó.
-hola Leevier.
-puedes llamarme Lee.
Me resultaba raro no verlo a través de la ventana por lo que no podía saber que era muy alto, y verlo trajeado me chocó aun más.
Como explicarle el porque aquella noche estaba mirando por la ventana como una vecina cotilla.
-somos vecinos y casi no se nada de ti- sonrió.
-tampoco es que haya habido tiempo para hablar.
-¿te diriges a tu piso?
-si, yo es que voy…
-si quieres te acompaño y hablamos.
El camino se hizo interesante, el me hablaba y me contaba como había llegado hasta allí, yo le contaba anécdotas, mis problemas con la convivencia con un gato y el horror que tenía cuando el diablo aparecía por mi puerta…
-bueno ya hemos llegado…
Se ha hecho otra vez el silencio, a pesar de vivir en el mismo edificio nunca lo he visto, compartíamos portal pero no escaleras, lo que tenía los edificios nuevos.
-bueno pues ya nos vemos otro día si no, o por la ventana también.
Me sonríe.
Nada más, no hay más palabras, cada uno por su camino como hasta ahora.
Entro por mi puerta y no hago más que recordar aquellas palabras que dijo Lee, “somos vecinos y casi no se nada de ti”, no se que le puede parecer de interesante mi vida a un chico de diecinueve años, el cual su vida es bastante normal, con aficiones y vicios como otro cualquiera, soñador y dueño de plasmar lo que ve en una imagen que luego intenta enseñar al mundo sin éxito.
Esta noche no puedo dormir, no se si es por lo de mañana o…no se. Toda mi habitación permanecía a oscuras hasta que Lee ha encendido otra vez su luz. Me acerco sigilosamente y esta vez escondida en lo que queda de oscuridad en ella.
-no, pero tengo mas, lo prometo, tío necesito el dinero- lo dice cada vez más fuerte.
Da vueltas por su cuarto mirando desesperado por los cajones, saca papeles que los esparce por el escritorio, saca un sobre.
-lo tengo aquí en mis manos, por favor dame una oportunidad.
Nuestras miradas se cruzan, no me esperaba que mirase hacia mi ventana por lo que me ha vuelto a pillar escuchando a escondidas.
-lo siento si te desperté…-echa la cortina y se ve su silueta moverse nervioso.
¡Que vergüenza! Segunda vez que me ve espiándolo.

domingo, 22 de agosto de 2010

De tu ventana a la mía

Allí estaba en la plaza, donde habíamos quedado, esperándome. Sus ojos azules atrajo a los míos y mis pasos se hacia firmes cuanto más me acercaba.
Su sonrisa me ha dejado sin defensas por si hay un ataque, sus palabras me atraen tanto como su voz. Siento la necesidad de acariciar ese pelo castaño claro, muy corto y con olor a champú.
Una tarde hablando se entera una de muchas cosas, que a sus veinticinco años es abogado, que por ahora vive en un piso compartido lejos de su familia. Soltero, creo que es lo único que mas o menos me interesa, y sin compromiso, buscando algo estable y duradero. Me llamaba con campañilla. A la segunda llamada significa algo ¿no? Cada uno a su casa.
Abrí la puerta, todo estaba en silencio, tranquilo, como siempre. Mi habitación estaba iluminada y no era por estar encendida la luz, si no que, el vecino está despierto.
Me asomé con curiosidad y lo vi pegado al móvil, contestando bajo y sin mirar a un sitio fijo. Cuando de repente alza la mirada hacia mi ventana, avergonzada me escondí sin resultado, me ha visto de pleno.
-buenas noches- ha dicho en voz alta, con dulzura.
Dirigiéndome a mi cama digo lo mismo, pero con voz un poco apagada, de la misma vergüenza me había quedado sin ella.
Entre semana, hace días que quedé con Marlos y aun no me he decidido a llamarlo de nuevo. No se, no quiero estar a sus pies, aunque me caía en ellos cada vez que lo veo.
-Kassiu, toma.
La voz de Ginna, era diferente, me dio el teléfono y se quedo a mis espaldas.
-¿si?
-¿Dónde toca esta vez?
Era el, me había llamado el y me estaba diciendo donde ir.
Una alegría ha invadido mi rostro, cuando me doy la vuelta me encuentro a cara de curiosidad de Gin, estaba a ver si podía escuchar algo.
-si, espera-mirándola fijamente le digo-¿chica no tienes nada que hacer?
Se queda muy pillada, no sabe si se lo digo a ella o al que esta al otro lado del teléfono, claramente le había parecido un chico.
Me doy la vuelta ignorándola, y quedo con él.
-¿sabes? Gin-vino muy interesada hacia mí para escuchar el notición del que se quería enterar- hoy te toca echar las horas que me debes.
Me voy contenta hacia mi taquilla y allí me preparo para salir.
Nada me destrozará mi día.